lunes, 5 de julio de 2010

El Grillo 08

Todo a su sitio
Recuerdo darme por vencido a eso de las seis de la tarde. Hacia calor, bastante. Sin embargo aquella noche dormí placenteramente. Trece horas de corrido.
Me levante con una parsimonia que hacia tiempo le envidiaba a algunos perros. Lentamente me dirigí a la cocina. Prendí el fuego. Algo me hizo apagarlo en forma casi inmediata. Me había parecido escuchar algo que resonaba en el apartamento, aun vacío. Me quede quieto, por un minuto. No había ruidos adentro, sin embargo me había parecido escuchar algo después de encender el fuego de la segunda hornalla. Pudo ser una frenada en la avenida, pensé para no alarmarme.
Después de saborear unos mates, comencé con la labor que sabia me esperaba. Tapar, atornillar, rearmar, devolver todo a su sitio.
Recordé a Víctor, y a su labor inconclusa. Todo debía volver a su lugar, como estaba antes. Siempre recuerdo con tristeza a Víctor. Tal vez por eso la tristeza comenzó a invadirme en esa antibusqueda, en ese ordenamiento tan absurdo que emprendemos a veces. Lo cierto es que en algún rincón había quedado olvidado. No sabia en cual, pero estaba, de seguro que estaba.
Reordenar puede haber sido una forma de reencontrarlo, de terminar su labor

jueves, 1 de julio de 2010

El Grillo 09

Victor
Víctor vivió siempre enfrascado, como con miedo, y ese era el rasgo que más desdeñaba de él. Mientras ordenaba me distraje recordándolo.
No era fácil para mí. Coloque todo en su sitio y me senté asaltado por el recuerdo. Todo era tan impreciso. Temía recordar a un Víctor que no era, que nunca había sido.
Sobrevinieron imágenes, escuchas, melodías. De otro tiempo vinieron a mí aromas, sensaciones 3D, como una suerte de alucinación no inducida, espontánea.
Por unos minutos, el espíritu de Víctor pareció estar de vuelta. Me di cuenta de que no había vuelto a nombrarlo desde entonces, como a esos cuentos a los que no se les recuerda final. En cierto modo así era, Víctor era una historia sin fin para mí. Hoy sé que como todo, debió concluir. En algún lapso irreconocible desapareció, o mejor dicho, se transformo en algo diferente. No sabría especificar bien cuando, pero el recuerdo me indica que fue después del evento del grillo. Estaba y no estaba. Entraba y salía.
Algo había cambiado en mi y sé que tenia que ver con el grillo o con su chillido agudo que no me dejaba descaso, aun después de su muerte bajo el bastón. Por un instante sentí que Víctor iba a dejar de ser un problema para mí y la solución estaba a mi alcance.
¿Por que será que pasado cierto tiempo uno exige menos?
Se olvida, acaso. Reniega compromisos.
Víctor hubiera estado en desacuerdo.