El plan
Toda esa tarde me quede pensando en el plan de Víctor. ¿Que seria? ¿Se trataría acaso de una revuelta mayor? Pero... por qué me había preguntado por las pintadas. Tal vez me precisaba para algún tipo de campaña. Pero... campaña de que.
Víctor no sabia que el Comando Abuelo Negro estaba integrado únicamente por mi persona. Tal vez creyera que se trataba de una organización masiva y, posiblemente mis años de trabajo y mis kilómetros pintados le hubieran hecho creer que éramos cientos de rebeldes silenciosos.
Por otro lado, debía resolver a que hora de la noche era propicio hacer el llamado. No sabría que decirle, si apenas lo había cruzado un par de veces en circunstancias fortuitas (o no tanto). Pense en no llamarlo... pero que ocurriría si volviera a encontrarlo casualmente o si me buscara hasta encontrarme. Probablemente volvería a darme otro puñetazo o quien sabe, me miraría con esos ojos duros y enigmáticos hasta hacerme llorar.
Lo resolví: seria mejor llamarlo. A las diez. Una hora justa y prudente.
Aguarde nervioso. Las horas frente al teléfono se hicieron largas, pero más largas fueron las concatenaciones de frases usuales y palabras útiles que mi mente sugería para iniciar la conversación. Finalmente, a las diez menos cinco, opte por la siguiente: “Buenas noches, se encontraría Víctor, por favor...” Era amable, sin excesos ni frialdad. No podía fallar.
Diez en punto hice el llamado. Del otro lado, una voz femenina contesto. Supuse que era ella y repetí la frase que había escogido.
-Víctor no esta, pero llegara pronto. ¿Quién le habla?
Me costo responder.
-Soy... un amigo. Después lo llamo- y corte abruptamente, como con miedo de que alguien descubriera el plan... ¿pero que plan? No lo sabia, pero tenia la certeza de que ese plan existía y de que Víctor me lo confiaría en cuanto lo volviera a llamar.
Diez y media sonó el teléfono. Cuando atendí, no podía creerlo, era la voz de Víctor. ¿Cómo sabía mi numero si yo no se lo había dado? Aun hoy no se como fue que hizo para llamarme.
-Me dijo mi mujer que llamaste- (pero como sabia ella quien era)
-Me alegró que tuvieras en cuenta mi propuesta.
Balbucee alguna respuesta azorado por la sorpresa del llamado.
No recuerdo bien los diálogos que mantuvimos, pero si el final de aquella charla:
-Nos veremos. No te vas a arrepentir de haber llamado.
Quizá esa haya sido la única frase errada que yo haya oído de labios de Víctor, aunque tal vez no fue un error sino una forma de convencerme.
El Comando, capaz pero sin proyección, hallo en Víctor una fuerza para darle impulso; mas razón de ser. En un primer momento no logre comprender el plan, pero no me importo, porque era mejor tener un plan que no tener nada. Además, sabia que este seria el comienzo de una nueva etapa.
Y tuve razón... bastante.
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