La fuga:
Esa noche no fue. Se hicieron las seis y el alba calmo mis ansias. No pude levantarme a las tres, ni a las cuatro, y menos a las cinco. Entonces me quede, aunque no pude descansar. Recuerdo que pense mucho aquella noche. Me acorde de ella. Pobrecita.
Pense que la única razón para escapar era la posibilidad de verla. Pense también en la desilusion de Víctor y en su ira cuasi justificada. En el fondo no tenía nada para reclamarme. Al fin y al cabo, nada le había prometido.
Pero entonces... por qué la culpa.
Será por eso que esa noche no pude levantarme.
Solo la duda hizo que me levantara la noche siguiente: y si estuviera viva...
Ese día fue casi soportable. Pensaba todo el tiempo en el escape. Todo estaba calculado hasta el ultimo detalle. No podía ser tan arduo(de hecho no lo era). Burle guardias, camine con sigilo, destrabe la puerta. Libertad, ese bien tan preciado.
Sentí frío al salir. Me pregunte entonces, como es que algo tan bello puede doler tanto.
No tenía sentido, tarde o temprano caería. Así que volví solo. Antes de las seis estaba ya en la cama. Creerán que es incomprensible, yo creo que era la única forma de reencontrarme, de retomar el camino que llevaba.
Recuerdo que en ese tiempo escribí este fragmento:
Y todas estas hojas escritas por ella.
Un universo ideal y silencioso.
Horas bajo lamparas, las tuve a mi lado
Igual que en un principio a ella.
Y ahora dadas vuelta, sirven a otro fin,
para otra historia: la historia que no fue
Quisiera no idealizarla,
Pero al no conocerla me resulta imposible.
Porque todo es perfecto sin su voz,
sin sus errores
(porque ha de cometerlos,
aunque no me imagino de que forma)
Lamentablemente supe su apellido,
Y ahora sé su nombre.
Mejor era no saber nada
Y siempre esperarla en cualquier parte
Pero me es inevitable:
La quiero y no sé por qué.
Es simpático que el amor sea tan incoherente y testarudo. En lugar de evitarse un desengaño uno busca, como intentando probarse una vez mas que todo es inútil. Ya no quedan esperanzas: estoy condenado a ser un desdichado.
Una novela escrita en 1999 por Gervasio Goris. En ella vemos una historia de un muchacho solitario que empieza a guiar sus actos segun lo que piensa que un grillo le dicta en sus chirridos.
sábado, 27 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
El Grillo 38
Veintinueve:
Mas allá de nuestra testarudez, algunos eventos nos indican que existe algo en universo que esta confabulando con nosotros para provocar un encuentro. Solos no somos capaces de lograr el imposible, pero este se acerca en virtud de eventos fortuitos que al sucederse nos hacen dudar acerca de la formulación del azar.
No buscando su nombre la encontré, hasta supe donde vivía casualmente. Pero siempre hay una búsqueda detrás, algo que nos impulsa a encotrarnos en este mar de gente que nos intenta ahogar con decepciones.
Algo de esto me hizo recordar la obra. Pensaba que ya estaba olvidada, pero no enteramente.
Lo único que recuerdo es que tras escribir estas líneas decidí no resistirme mas a las drogas. En adelante haría lo que me dijeran. Tomaría lo que me dieran sin quejarme. Estaba entregado. Definitivamente.
No sé cuanto tiempo pase encerrado. Solo sé que cuando salí tenia veintinueve. Recuerdo que este hecho no me puso triste, simplemente pense: veintinueve, que simpático, como el colectivo.
Mas allá de nuestra testarudez, algunos eventos nos indican que existe algo en universo que esta confabulando con nosotros para provocar un encuentro. Solos no somos capaces de lograr el imposible, pero este se acerca en virtud de eventos fortuitos que al sucederse nos hacen dudar acerca de la formulación del azar.
No buscando su nombre la encontré, hasta supe donde vivía casualmente. Pero siempre hay una búsqueda detrás, algo que nos impulsa a encotrarnos en este mar de gente que nos intenta ahogar con decepciones.
Algo de esto me hizo recordar la obra. Pensaba que ya estaba olvidada, pero no enteramente.
Lo único que recuerdo es que tras escribir estas líneas decidí no resistirme mas a las drogas. En adelante haría lo que me dijeran. Tomaría lo que me dieran sin quejarme. Estaba entregado. Definitivamente.
No sé cuanto tiempo pase encerrado. Solo sé que cuando salí tenia veintinueve. Recuerdo que este hecho no me puso triste, simplemente pense: veintinueve, que simpático, como el colectivo.
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jueves, 25 de febrero de 2010
El Grillo 39
La vuelta:
No había mucho sentido por recorrer. Solo el tiempo me aguardaba. En pocas palabras: el Comando, Víctor y ella. Solo me faltaba para completar el ciclo, el grillo.
Yo sabia que no estaba loco. Así que no tenía porque escapar. Aunque es cierto, me tuvieron encerrado, pero fue porque no podían comprenderme. Reconozco que los hechos que me sucedieron estaban con creces muy por fuera de lo considerado normal. De ahí la confusión, de ahí mi encierro. Mientras estuve adentro sabia que algún día tal confusión debía cesar. Y ese día llego.
En adelante procure nunca mas realizar actos que estuvieran fuera de lo común para evitar confusiones y encierros no merecidos.
Por eso cuando apareció el grillo procure actuar con la mayor normalidad posible. Mi apariencia externa no se vio trastocada; mis rutinas tal vez si, pero no creo que nadie (salvo el portero) lo halla notado.
Procure nunca mas pensar en ella o en él, nunca mas pintadas. El fin del Comando Abuelo Negro. El haber luchado no me justifica para siempre, solo la lucha cotidiana logra y permanece.
El Comando murió en el hospital, y con la mi dignidad, mi ser integro. No busco justificarme, solo quiero que alguien, en algún tiempo me comprenda. Porque sé que alguien, algún día, ha de comprender el motivo de mis actos, el porque de mi proceder. Mis ilogicidades no fueron tales. Mis afecciones, que aun duran, me llevaron sin querer a lo que soy. Pero esto no me justifica, tan solo me explica y con eso basta.
No había mucho sentido por recorrer. Solo el tiempo me aguardaba. En pocas palabras: el Comando, Víctor y ella. Solo me faltaba para completar el ciclo, el grillo.
Yo sabia que no estaba loco. Así que no tenía porque escapar. Aunque es cierto, me tuvieron encerrado, pero fue porque no podían comprenderme. Reconozco que los hechos que me sucedieron estaban con creces muy por fuera de lo considerado normal. De ahí la confusión, de ahí mi encierro. Mientras estuve adentro sabia que algún día tal confusión debía cesar. Y ese día llego.
En adelante procure nunca mas realizar actos que estuvieran fuera de lo común para evitar confusiones y encierros no merecidos.
Por eso cuando apareció el grillo procure actuar con la mayor normalidad posible. Mi apariencia externa no se vio trastocada; mis rutinas tal vez si, pero no creo que nadie (salvo el portero) lo halla notado.
Procure nunca mas pensar en ella o en él, nunca mas pintadas. El fin del Comando Abuelo Negro. El haber luchado no me justifica para siempre, solo la lucha cotidiana logra y permanece.
El Comando murió en el hospital, y con la mi dignidad, mi ser integro. No busco justificarme, solo quiero que alguien, en algún tiempo me comprenda. Porque sé que alguien, algún día, ha de comprender el motivo de mis actos, el porque de mi proceder. Mis ilogicidades no fueron tales. Mis afecciones, que aun duran, me llevaron sin querer a lo que soy. Pero esto no me justifica, tan solo me explica y con eso basta.
miércoles, 24 de febrero de 2010
El Grillo 40
Balance:
Queda algo por narrar. Son los sucesos que me llevaron al grillo, a la locura declarada mas adelante.
Hoy soy un hombre lleno de contradicciones, como un asesino sin coartada.
No pense nunca en el escape, mucho menos en un crimen perfecto, sin testigos ni pistas. Cometí atrocidades que no creía tales. Me lleve puesto este nombre, la historia que he contado y los motivos que aun me llevan.
Escribir no ha sido fácil.
Nada lo es.
Pasaron dos años. No recuerdo bien en que. Quise trabajar en la biblioteca pero no fui atendido. Lo hubiera hecho ad honorem para resarcir el daño que cause en ella. Por consejo de Luis, la directora decidió no aceptar mi colaboración. El mundo literario no comprendía mi arrepentimiento y ya no podría retirar libros. Comprarlos seria más difícil dado que mi escasa renta haría difícil de sostener mi ávida lectura. Sin embargo no podía resistir la tentación. Intente en otras bibliotecas, pero mi prontuario me excluía.
Siempre sospechaban, y al llamar confirmaban mi altercado. Era inevitable: cada bibliotecario que me atendía pedía mi dirección para llenar la ficha, y al verme tan alejado consultaba por el motivo. Muchas veces esgrimí excusas de trabajo, pero ellos inexorablemente hacían el llamado que concluía con mis esperanzas de volver a leer.
Una noche, desperté sudado. Había soñado que mataba a alguien pero o sabia a quien. Solo recordaba una imagen: una pila de libros derribándose sobre un hombre de espaldas. Entonces temblé. Podía ser real mi sueño, y mi víctima solo podía ser una.
A la mañana siguiente corrí desesperado hacia la biblioteca. Llegue ocho menos cinco. Esos cinco minutos fueron un suplicio; el sudor era tibio y los nervios de punta me arrojaban lejos del lugar, hasta que lo vi bajar del colectivo. Luis me miro con mala cara, pero yo sonreí.
-¿Que buscas?- me dijo de mal modo.
-No nada, quería ver como andaba- conteste ingenuamente.
-No te hagas el simpático, ya sabés que acá no podes entrar. Ni acá ni en ninguna otra biblioteca del país.
Me fui contento, me había dado una clave: mudarme seria una solución. Pero, adonde ir sin tiempo ni planes.
Llegue a casa y comencé a armar una valija. Con una bastaría, total sabia que me iba para leer, solo para eso. Luego podría volver, pero solo si terminaba con mi proyecto: leer todo lo alguna vez escrito. Con el correr de las prendas me fui desanimando. Mi proyecto era imposible, mi principal enemigo era el tiempo... y los nuevos escritores. Aun salvando este inconveniente, no podría con mi voluntad, detener al tiempo. Mi cuerpo iría pudriéndose de a poco, mi vista se iría deteriorando, y mi alma con una pena mayúscula, se iría apagando en forma paulatina. Ninguna restricción en el volumen de las obras lo hacia posible.
Deprimido me entregué al llanto. Lo recuerdo claramente, porque pocas veces he llorado. Me extraño el sabor amargo en las mejillas, también me extraño el ahogo y la desazón. Me quede tirado en el sofá por largo rato. ¿Por qué lloraba? No lo sabia con precisión. Hoy sí lo sé: no quería leer todas las obras del mundo, solo necesitaba una.
Allí estaba mi vida en símbolos. Me duele pensar que la tortura de Víctor me hizo devolverla. Si tan solo hubiera sido mas fuerte... aun hoy debe reírse de mi cobardía en alguna parte.
Debía reencontrarme con la obra de algún modo. Pense : la biblioteca. Debía estar allí, porque todo estaba allí.
Reingresar ilegalmente seria una locura, así que decidí buscarle en otra parte. Los archivos me fueron siempre inutiles. Los libreros intrigados investigaron en mi nombre. Fue inútil, la obra no estaba, parecía no existir. Entonces surgió mi duda: habría existido alguna vez tal obra. Debía ser, ya que la tuve por siete días en dos tandas de tres y cuatro.
Pero que tal si el libro no era lo que yo leí, sino otras ideas que emanaban de alguna parte de mi ser en forma inconsciente. No podía conservar la duda. Luego de tres días de búsqueda, habiendo recorrido las treinta y siete bibliotecas de la ciudad y más de noventa librerías céntricas, me di por vencido. Había un solo lugar donde podría hallar la obra: en mi biblioteca amiga.
Queda algo por narrar. Son los sucesos que me llevaron al grillo, a la locura declarada mas adelante.
Hoy soy un hombre lleno de contradicciones, como un asesino sin coartada.
No pense nunca en el escape, mucho menos en un crimen perfecto, sin testigos ni pistas. Cometí atrocidades que no creía tales. Me lleve puesto este nombre, la historia que he contado y los motivos que aun me llevan.
Escribir no ha sido fácil.
Nada lo es.
Pasaron dos años. No recuerdo bien en que. Quise trabajar en la biblioteca pero no fui atendido. Lo hubiera hecho ad honorem para resarcir el daño que cause en ella. Por consejo de Luis, la directora decidió no aceptar mi colaboración. El mundo literario no comprendía mi arrepentimiento y ya no podría retirar libros. Comprarlos seria más difícil dado que mi escasa renta haría difícil de sostener mi ávida lectura. Sin embargo no podía resistir la tentación. Intente en otras bibliotecas, pero mi prontuario me excluía.
Siempre sospechaban, y al llamar confirmaban mi altercado. Era inevitable: cada bibliotecario que me atendía pedía mi dirección para llenar la ficha, y al verme tan alejado consultaba por el motivo. Muchas veces esgrimí excusas de trabajo, pero ellos inexorablemente hacían el llamado que concluía con mis esperanzas de volver a leer.
Una noche, desperté sudado. Había soñado que mataba a alguien pero o sabia a quien. Solo recordaba una imagen: una pila de libros derribándose sobre un hombre de espaldas. Entonces temblé. Podía ser real mi sueño, y mi víctima solo podía ser una.
A la mañana siguiente corrí desesperado hacia la biblioteca. Llegue ocho menos cinco. Esos cinco minutos fueron un suplicio; el sudor era tibio y los nervios de punta me arrojaban lejos del lugar, hasta que lo vi bajar del colectivo. Luis me miro con mala cara, pero yo sonreí.
-¿Que buscas?- me dijo de mal modo.
-No nada, quería ver como andaba- conteste ingenuamente.
-No te hagas el simpático, ya sabés que acá no podes entrar. Ni acá ni en ninguna otra biblioteca del país.
Me fui contento, me había dado una clave: mudarme seria una solución. Pero, adonde ir sin tiempo ni planes.
Llegue a casa y comencé a armar una valija. Con una bastaría, total sabia que me iba para leer, solo para eso. Luego podría volver, pero solo si terminaba con mi proyecto: leer todo lo alguna vez escrito. Con el correr de las prendas me fui desanimando. Mi proyecto era imposible, mi principal enemigo era el tiempo... y los nuevos escritores. Aun salvando este inconveniente, no podría con mi voluntad, detener al tiempo. Mi cuerpo iría pudriéndose de a poco, mi vista se iría deteriorando, y mi alma con una pena mayúscula, se iría apagando en forma paulatina. Ninguna restricción en el volumen de las obras lo hacia posible.
Deprimido me entregué al llanto. Lo recuerdo claramente, porque pocas veces he llorado. Me extraño el sabor amargo en las mejillas, también me extraño el ahogo y la desazón. Me quede tirado en el sofá por largo rato. ¿Por qué lloraba? No lo sabia con precisión. Hoy sí lo sé: no quería leer todas las obras del mundo, solo necesitaba una.
Allí estaba mi vida en símbolos. Me duele pensar que la tortura de Víctor me hizo devolverla. Si tan solo hubiera sido mas fuerte... aun hoy debe reírse de mi cobardía en alguna parte.
Debía reencontrarme con la obra de algún modo. Pense : la biblioteca. Debía estar allí, porque todo estaba allí.
Reingresar ilegalmente seria una locura, así que decidí buscarle en otra parte. Los archivos me fueron siempre inutiles. Los libreros intrigados investigaron en mi nombre. Fue inútil, la obra no estaba, parecía no existir. Entonces surgió mi duda: habría existido alguna vez tal obra. Debía ser, ya que la tuve por siete días en dos tandas de tres y cuatro.
Pero que tal si el libro no era lo que yo leí, sino otras ideas que emanaban de alguna parte de mi ser en forma inconsciente. No podía conservar la duda. Luego de tres días de búsqueda, habiendo recorrido las treinta y siete bibliotecas de la ciudad y más de noventa librerías céntricas, me di por vencido. Había un solo lugar donde podría hallar la obra: en mi biblioteca amiga.
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martes, 23 de febrero de 2010
El Grillo 41
Imposible:
Llegue cinco minutos antes de la hora del cierre. Me extraño no verlo a Luis en el mostrador. Me atendió una joven muy amable. Le pregunte por la obra y dijo que no estaba. Mi humor empeoro. Le pregunte cuando la tendría de vuelta porque debía consultar algo con urgencia (para un trabajo le dije). Sonriente me contesto que no era una cuestión de tiempo, ni de plazos y devoluciones, porque en su archivo no figuraba ninguna obra bajo ese nombre.
Imposible. Me exalte un poco. La joven intento calmarme pero fue en vano. Pedí hablar con el encargado (que era Luis). Me dijo que ella era la nueva encargada. Imposible... y Luis con sus años de biblioteca, con su conocimiento minucioso, con su exasperante prolijidad, con su corrección de burócrata mal pago... ¿dónde habría ido? No podía ir a otro lado, no pertenecía fuera de esa biblioteca.
-¿Dónde fue Luis?- inquirí.
-El señor Luis no trabaja mas aquí, yo soy la nueva encargada- contesto educadamente.
Mi cara deba haber requerido mas explicaciones. Entonces se puso seria.
-Luis falleció hace cuatro días aquí en la biblioteca y yo estoy encargada desde ayer. ¿Usted era amigo?
No pude contestar. Al minuto atine a preguntar algo que debí haberme guardado para suponer o torturarme con la duda.
-¿Co... como murió?
-No se sabe bien. La policía investiga.
-Pero como...
-Dicen que le cayo uno de los estantes encima. Murió aplastado.
Mi respiración se detuvo.
-¿Se siente bien?- me pregunto la joven.
-Sí... si, tengo que irme- me excuse nervioso.
Salí apurado, como ebrio. Tuve que sostenerme contra un árbol para regurgitar culpa, una culpa infinita pero injusta. Yo sabia, pero no quería creerlo. Como podía ser, no parecía un accidente. Mi sueño no era un accidente y su muerte tampoco.
Pense en Víctor. Maldito, una vez mas se estaría riendo, pero no en mi cara.
Llegue cinco minutos antes de la hora del cierre. Me extraño no verlo a Luis en el mostrador. Me atendió una joven muy amable. Le pregunte por la obra y dijo que no estaba. Mi humor empeoro. Le pregunte cuando la tendría de vuelta porque debía consultar algo con urgencia (para un trabajo le dije). Sonriente me contesto que no era una cuestión de tiempo, ni de plazos y devoluciones, porque en su archivo no figuraba ninguna obra bajo ese nombre.
Imposible. Me exalte un poco. La joven intento calmarme pero fue en vano. Pedí hablar con el encargado (que era Luis). Me dijo que ella era la nueva encargada. Imposible... y Luis con sus años de biblioteca, con su conocimiento minucioso, con su exasperante prolijidad, con su corrección de burócrata mal pago... ¿dónde habría ido? No podía ir a otro lado, no pertenecía fuera de esa biblioteca.
-¿Dónde fue Luis?- inquirí.
-El señor Luis no trabaja mas aquí, yo soy la nueva encargada- contesto educadamente.
Mi cara deba haber requerido mas explicaciones. Entonces se puso seria.
-Luis falleció hace cuatro días aquí en la biblioteca y yo estoy encargada desde ayer. ¿Usted era amigo?
No pude contestar. Al minuto atine a preguntar algo que debí haberme guardado para suponer o torturarme con la duda.
-¿Co... como murió?
-No se sabe bien. La policía investiga.
-Pero como...
-Dicen que le cayo uno de los estantes encima. Murió aplastado.
Mi respiración se detuvo.
-¿Se siente bien?- me pregunto la joven.
-Sí... si, tengo que irme- me excuse nervioso.
Salí apurado, como ebrio. Tuve que sostenerme contra un árbol para regurgitar culpa, una culpa infinita pero injusta. Yo sabia, pero no quería creerlo. Como podía ser, no parecía un accidente. Mi sueño no era un accidente y su muerte tampoco.
Pense en Víctor. Maldito, una vez mas se estaría riendo, pero no en mi cara.
sábado, 20 de febrero de 2010
El Grillo 42
Segundo balance:
La imperfección de este mundo es un motivo perfecto para continuar. Mientras exista solidaridad adeudada existirán motivos para buscar salidas a esta soledad compartida que nos engloba. Yo encontré el motivo para continuar la búsqueda, y en ella sufrí mucho porque no hay caminos fáciles. Las bifurcaciones son más peligrosas cada vez. En cada decisión se juega todo. Saltar o morir, robar, matar el tiempo; no es un juego. Porque no se puede deshacer. No hay vuelta atrás.
La imperfección de este mundo es un motivo perfecto para continuar. Mientras exista solidaridad adeudada existirán motivos para buscar salidas a esta soledad compartida que nos engloba. Yo encontré el motivo para continuar la búsqueda, y en ella sufrí mucho porque no hay caminos fáciles. Las bifurcaciones son más peligrosas cada vez. En cada decisión se juega todo. Saltar o morir, robar, matar el tiempo; no es un juego. Porque no se puede deshacer. No hay vuelta atrás.
jueves, 18 de febrero de 2010
El Grillo 43
La búsqueda:
Mi ultima voluntad fue hallar la obra. Aunque Luis ya no estuviese, debía hallarla. Pense en ir a su casa para buscarla, pero no sabia nada acerca de él. Ni su apellido, ni su dirección, ni siquiera el barrio. Podía volver a la biblioteca para preguntarle a la joven, pero eso hubiera sido muy peligroso. Habiendo muerto Luis en situación dudosa, no seria aconsejable preguntar acerca de él. No quería volver a tener contacto con mas gente de azul, ni con hospitales, ni con recuerdos atrapados en silencio. Estaba desesperanzado.
Por primera vez no había salida. La obra parecía perdida.
Aquellos días fueron agotadores. Pensaba todo el día en hallar la obra. Hoy pienso que la obra nunca existió, o que si existió se trataba de un ejemplar único, de una edición especialmente preparada para que yo la leyera. Pensar tal cosa era demasiado arrogante. Seguramente se trataba de una obra considerada menor, con una edición limitada, aunque a mi juicio fuera la más grande jamas escrita. Muchas obras geniales se pierden para siempre con la memoria de los pocos que pudieron disfrutar de ellas. ¿Pero que hay si la salvación del mundo estuviera justamente en esas obras olvidadas? Que injusticia es el olvido.
Mi ultima voluntad fue hallar la obra. Aunque Luis ya no estuviese, debía hallarla. Pense en ir a su casa para buscarla, pero no sabia nada acerca de él. Ni su apellido, ni su dirección, ni siquiera el barrio. Podía volver a la biblioteca para preguntarle a la joven, pero eso hubiera sido muy peligroso. Habiendo muerto Luis en situación dudosa, no seria aconsejable preguntar acerca de él. No quería volver a tener contacto con mas gente de azul, ni con hospitales, ni con recuerdos atrapados en silencio. Estaba desesperanzado.
Por primera vez no había salida. La obra parecía perdida.
Aquellos días fueron agotadores. Pensaba todo el día en hallar la obra. Hoy pienso que la obra nunca existió, o que si existió se trataba de un ejemplar único, de una edición especialmente preparada para que yo la leyera. Pensar tal cosa era demasiado arrogante. Seguramente se trataba de una obra considerada menor, con una edición limitada, aunque a mi juicio fuera la más grande jamas escrita. Muchas obras geniales se pierden para siempre con la memoria de los pocos que pudieron disfrutar de ellas. ¿Pero que hay si la salvación del mundo estuviera justamente en esas obras olvidadas? Que injusticia es el olvido.
miércoles, 17 de febrero de 2010
El Grillo 44
Inconstancia:
Tras dos meses perdí toda esperanza. No tenía nada que hacer. Fue entonces cuando apareció el grillo en mi vida. Lo recuerdo muy bien porque apareció el primer día que no salí en búsqueda de la obra. Hoy me doy cuenta que debí seguir buscando. De persistir, no hubiera aparecido el grillo para alertarme, y no hubiera vuelto a ella (al menos por un rato); no hubiera perdido toda esperanza tan pronto.
Ese día de encierro me sirvió para cargar culpas. Era inútil, sabia que no iba a encontrar la obra (y tenia razón), pero lo avergonzante era mi perdida de confianza, mi falta de tozudez. Ese día no fue optimista y por la noche cayo el castigo ya narrado.
El grillo entro a mi vida, una marca mas que no se iría. Aun hoy puedo escucharlo, cada tanto aparece para torturarme con sarna. Cada vez que intento escapar de mí, cada vez que mi historia me requiere o yo requiero de ella, pero la niego. Su chillido surge de alguna parte que aun no adivino, para recordarme quien soy y como llegue hasta mi presente.
La mayoría ha de juzgarme cobarde. Quizá fue solo ella la que vio mi valentía, aunque nunca la haya reconocido. Sin duda, soy miedoso, pero quien no lo es. Salir a la calle es una aventura incierta. El hecho de estar escribiendo, leyendo o meditando en un lugar apacible, es fortuito, casi inexplicable. El caos que nos circunda no es evitable. En cada esquina se peligra la existencia pero uno no puede encerrarse. Lo estuve intentando tras el grillo, pero fracasé como fracasaron tantos otros, como fracasan los náufragos que no pudieron llegar a puerto.
Pero mi peor fracaso no fue este, tampoco fue el no haberla conquistado. Lo peor es esta pila de hojas que intentan narrar lo inenarrable. Los dolores y las penas de un muchacho que se hace hombre no son litros de tinta sobre un block que nunca acaba. Ustedes sabrán comprender lo limitado que es este recurso literario. Por eso pienso que quienes lean, no leerán mi historia sino otra muy similar pero con matices. Y será la libre interpretación la que lleve esta ficción mas lejos o más cerca de lo acontecido.
Tras dos meses perdí toda esperanza. No tenía nada que hacer. Fue entonces cuando apareció el grillo en mi vida. Lo recuerdo muy bien porque apareció el primer día que no salí en búsqueda de la obra. Hoy me doy cuenta que debí seguir buscando. De persistir, no hubiera aparecido el grillo para alertarme, y no hubiera vuelto a ella (al menos por un rato); no hubiera perdido toda esperanza tan pronto.
Ese día de encierro me sirvió para cargar culpas. Era inútil, sabia que no iba a encontrar la obra (y tenia razón), pero lo avergonzante era mi perdida de confianza, mi falta de tozudez. Ese día no fue optimista y por la noche cayo el castigo ya narrado.
El grillo entro a mi vida, una marca mas que no se iría. Aun hoy puedo escucharlo, cada tanto aparece para torturarme con sarna. Cada vez que intento escapar de mí, cada vez que mi historia me requiere o yo requiero de ella, pero la niego. Su chillido surge de alguna parte que aun no adivino, para recordarme quien soy y como llegue hasta mi presente.
La mayoría ha de juzgarme cobarde. Quizá fue solo ella la que vio mi valentía, aunque nunca la haya reconocido. Sin duda, soy miedoso, pero quien no lo es. Salir a la calle es una aventura incierta. El hecho de estar escribiendo, leyendo o meditando en un lugar apacible, es fortuito, casi inexplicable. El caos que nos circunda no es evitable. En cada esquina se peligra la existencia pero uno no puede encerrarse. Lo estuve intentando tras el grillo, pero fracasé como fracasaron tantos otros, como fracasan los náufragos que no pudieron llegar a puerto.
Pero mi peor fracaso no fue este, tampoco fue el no haberla conquistado. Lo peor es esta pila de hojas que intentan narrar lo inenarrable. Los dolores y las penas de un muchacho que se hace hombre no son litros de tinta sobre un block que nunca acaba. Ustedes sabrán comprender lo limitado que es este recurso literario. Por eso pienso que quienes lean, no leerán mi historia sino otra muy similar pero con matices. Y será la libre interpretación la que lleve esta ficción mas lejos o más cerca de lo acontecido.
martes, 16 de febrero de 2010
El Grillo 45
Excusas:
Haber vuelto fue culpa del grillo (aunque valga reconocer que el grillo apareció por mi culpa). Todavía busco la conexión entre Víctor y el grillo, porque ha de haberla, de eso no hay dudas. El grillo me llevo de vuelta a ella y Víctor no reapareció en forma alguna. Varias veces pense en la posibilidad de la reencarnación, pero esto me aterraba mas aun, ya que me convertiría en un asesino múltiple, imperdonable.
Mi peor error fue haber matado al grillo. Sabia de las implicancias cabalísticas de la muerte de un grillo, sin embargo no soporté el chillido y tuve que aplastarlo. Intente detener su chillido taladrante con mi bastón y por un rato sirvió. Como una anestesia que duerme al dolor pero que tiene un fin mediato luego del cual vuelve, solo que exacerbado por la existencia de un alivio ficticio.
Sé que algún contacto ha de haber. Si no seria imposible que al escapar del grillo, mis piernas me guiaran hacia ella. Si recuerdan mi relato mi huida del grillo me llevo a una plaza, a un encuentro fortuito, como ya dije. Un encuentro fortuito que desencadenaría la tragedia. También seria el origen de este pilón de hojas. También pudo haber sido el encuentro con Víctor en un baño hace ya mucho, pero dudo que este haya sido fortuito.
Haber vuelto fue culpa del grillo (aunque valga reconocer que el grillo apareció por mi culpa). Todavía busco la conexión entre Víctor y el grillo, porque ha de haberla, de eso no hay dudas. El grillo me llevo de vuelta a ella y Víctor no reapareció en forma alguna. Varias veces pense en la posibilidad de la reencarnación, pero esto me aterraba mas aun, ya que me convertiría en un asesino múltiple, imperdonable.
Mi peor error fue haber matado al grillo. Sabia de las implicancias cabalísticas de la muerte de un grillo, sin embargo no soporté el chillido y tuve que aplastarlo. Intente detener su chillido taladrante con mi bastón y por un rato sirvió. Como una anestesia que duerme al dolor pero que tiene un fin mediato luego del cual vuelve, solo que exacerbado por la existencia de un alivio ficticio.
Sé que algún contacto ha de haber. Si no seria imposible que al escapar del grillo, mis piernas me guiaran hacia ella. Si recuerdan mi relato mi huida del grillo me llevo a una plaza, a un encuentro fortuito, como ya dije. Un encuentro fortuito que desencadenaría la tragedia. También seria el origen de este pilón de hojas. También pudo haber sido el encuentro con Víctor en un baño hace ya mucho, pero dudo que este haya sido fortuito.
viernes, 12 de febrero de 2010
El Grillo 46
El encuentro:
La vi sentada en un banco con la expresión perdida. Me detuve frente a ella. No estaba muerta, estaba allí en la plaza, esperándome. Recuerdo que me dijo:
-Sabía que algún día vendrías. Esta escrito.
Comencé a temblar, y me senté para no desvanecerme. Hablamos solo un par de minutos. Me contó que un hombre le había acercado un libro extraño hacia unos meses. Al principio lo había dejado archivado sobre un mueble sin darle importancia, pero luego llego un día en que sintió urgencia por leerlo sin saber por que. A partir de entonces se sentaba en esa plaza todas las tardes, sin saber cuando pero con la certeza de que yo aparecería. Dijo que solo tenia un mensaje para darme y que nunca mas volvería a verla.
-¿Pero por que...?- atine a preguntarle desesperado.
-Porque esta escrito.
Le pregunte por el mensaje y se puso nerviosa. Intente calmarla con un abrazo, pero se altero aun más.
-¡Tonto... no te das cuenta! Víctor esta observándonos, siempre lo estuvo. El juego terminó. Existen fuerzas que no podemos comprender, ellas nos rigen, nos determinan. No hay nada para hacer, porque todo ya esta escrito.
Se levanto llorando y se fue.
No pude seguirla, estaba atónito.
Parecía imposible pero era real. Ella tenia la obra. No se como le habría llegado, pero estaba seguro de que ella la tenia. Dos palabras resonaban en mi mente: esta escrito. Ella lo dijo dos o tres veces.
Me negaba a creerlo. Cuando pense que mi vida podía estar resumida en las líneas de esa obra, me asuste. Pero nunca pense que el destino de todos estuviera prefijado; esto no solo era aterrador sino repugnante.
La vi sentada en un banco con la expresión perdida. Me detuve frente a ella. No estaba muerta, estaba allí en la plaza, esperándome. Recuerdo que me dijo:
-Sabía que algún día vendrías. Esta escrito.
Comencé a temblar, y me senté para no desvanecerme. Hablamos solo un par de minutos. Me contó que un hombre le había acercado un libro extraño hacia unos meses. Al principio lo había dejado archivado sobre un mueble sin darle importancia, pero luego llego un día en que sintió urgencia por leerlo sin saber por que. A partir de entonces se sentaba en esa plaza todas las tardes, sin saber cuando pero con la certeza de que yo aparecería. Dijo que solo tenia un mensaje para darme y que nunca mas volvería a verla.
-¿Pero por que...?- atine a preguntarle desesperado.
-Porque esta escrito.
Le pregunte por el mensaje y se puso nerviosa. Intente calmarla con un abrazo, pero se altero aun más.
-¡Tonto... no te das cuenta! Víctor esta observándonos, siempre lo estuvo. El juego terminó. Existen fuerzas que no podemos comprender, ellas nos rigen, nos determinan. No hay nada para hacer, porque todo ya esta escrito.
Se levanto llorando y se fue.
No pude seguirla, estaba atónito.
Parecía imposible pero era real. Ella tenia la obra. No se como le habría llegado, pero estaba seguro de que ella la tenia. Dos palabras resonaban en mi mente: esta escrito. Ella lo dijo dos o tres veces.
Me negaba a creerlo. Cuando pense que mi vida podía estar resumida en las líneas de esa obra, me asuste. Pero nunca pense que el destino de todos estuviera prefijado; esto no solo era aterrador sino repugnante.
jueves, 11 de febrero de 2010
El Grillo 47
La tormenta:
Una tormenta se avecina y me quita del sopor. No son los cuarenta grados ni el clima húmedo, es algo mas que me adormece. Al despertar me doy cuenta de un triste hecho: he estado horas escribiendo sobre un pasado que ya no existe, sobre un ser que ya no soy.
La tormenta refresca el aire y la atmósfera se carga de electricidad. Estas diferencias de presión, estas masas de aire con temperaturas variadas y disimiles, estas gotas que con ira golpean el cemento como si le retrucaran, como si supieran que les impide el paso hacia la tierra reseca que aman y añoran. Todo me da fuerza. Me incorporo, abro la ventana y respiro hondo, me mojo un poco. La reja me impide ir del otro lado; y en momentos como estos creo que no debe ser muy difícil volar, pero la reja me lo impide.
Que lastima que esta tormenta venga justo ahora y no cuando Víctor colgaba de mis pies en el balcón. Me imagino su desconcierto si en vez de caer hubiera volado. Que risa de solo pensarlo. Puedo verlo a Víctor azorado ante mi vuelo ágil.
Cuanto pagaría por cambiar el orden del tiempo, por estar encerrado hace diez años y volar desde el balcón logrando un escape triunfal.
Cuanto daría por dominar el clima y el segundero de un solo minuto. Pondría arco iris por doquier y los segundos de trabajo durarían una décima de los de descanso. Cuanta ilusión...
Cuanto se lleva el tiempo.
Y cuanto ilusiona el encierro.
Pero sé que lo merezco y que no pudo ser de otra forma. Porque esta escrito, diría ella.
Una tormenta se avecina y me quita del sopor. No son los cuarenta grados ni el clima húmedo, es algo mas que me adormece. Al despertar me doy cuenta de un triste hecho: he estado horas escribiendo sobre un pasado que ya no existe, sobre un ser que ya no soy.
La tormenta refresca el aire y la atmósfera se carga de electricidad. Estas diferencias de presión, estas masas de aire con temperaturas variadas y disimiles, estas gotas que con ira golpean el cemento como si le retrucaran, como si supieran que les impide el paso hacia la tierra reseca que aman y añoran. Todo me da fuerza. Me incorporo, abro la ventana y respiro hondo, me mojo un poco. La reja me impide ir del otro lado; y en momentos como estos creo que no debe ser muy difícil volar, pero la reja me lo impide.
Que lastima que esta tormenta venga justo ahora y no cuando Víctor colgaba de mis pies en el balcón. Me imagino su desconcierto si en vez de caer hubiera volado. Que risa de solo pensarlo. Puedo verlo a Víctor azorado ante mi vuelo ágil.
Cuanto pagaría por cambiar el orden del tiempo, por estar encerrado hace diez años y volar desde el balcón logrando un escape triunfal.
Cuanto daría por dominar el clima y el segundero de un solo minuto. Pondría arco iris por doquier y los segundos de trabajo durarían una décima de los de descanso. Cuanta ilusión...
Cuanto se lleva el tiempo.
Y cuanto ilusiona el encierro.
Pero sé que lo merezco y que no pudo ser de otra forma. Porque esta escrito, diría ella.
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