martes, 23 de febrero de 2010

El Grillo 41

Imposible:
Llegue cinco minutos antes de la hora del cierre. Me extraño no verlo a Luis en el mostrador. Me atendió una joven muy amable. Le pregunte por la obra y dijo que no estaba. Mi humor empeoro. Le pregunte cuando la tendría de vuelta porque debía consultar algo con urgencia (para un trabajo le dije). Sonriente me contesto que no era una cuestión de tiempo, ni de plazos y devoluciones, porque en su archivo no figuraba ninguna obra bajo ese nombre.
Imposible. Me exalte un poco. La joven intento calmarme pero fue en vano. Pedí hablar con el encargado (que era Luis). Me dijo que ella era la nueva encargada. Imposible... y Luis con sus años de biblioteca, con su conocimiento minucioso, con su exasperante prolijidad, con su corrección de burócrata mal pago... ¿dónde habría ido? No podía ir a otro lado, no pertenecía fuera de esa biblioteca.
-¿Dónde fue Luis?- inquirí.
-El señor Luis no trabaja mas aquí, yo soy la nueva encargada- contesto educadamente.
Mi cara deba haber requerido mas explicaciones. Entonces se puso seria.
-Luis falleció hace cuatro días aquí en la biblioteca y yo estoy encargada desde ayer. ¿Usted era amigo?
No pude contestar. Al minuto atine a preguntar algo que debí haberme guardado para suponer o torturarme con la duda.
-¿Co... como murió?
-No se sabe bien. La policía investiga.
-Pero como...
-Dicen que le cayo uno de los estantes encima. Murió aplastado.
Mi respiración se detuvo.
-¿Se siente bien?- me pregunto la joven.
-Sí... si, tengo que irme- me excuse nervioso.
Salí apurado, como ebrio. Tuve que sostenerme contra un árbol para regurgitar culpa, una culpa infinita pero injusta. Yo sabia, pero no quería creerlo. Como podía ser, no parecía un accidente. Mi sueño no era un accidente y su muerte tampoco.
Pense en Víctor. Maldito, una vez mas se estaría riendo, pero no en mi cara.

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