La paz del encierro:
El grillo aparece cada vez menos. Antes del incendio comenzó a trastornarme y luego de matarlo empeoro.
Una vez que logre la paz del encierro supuse que se había ido para siempre, pero fue un engaño, porque nunca va a irse, porque no puedo librarme de lo que soy, de lo que tengo adentro. El grillo me recuerda este lamento.
Ahora pago todo aquello. Lo que hice, lo que nunca pude. Y se confirma el axioma: el hoy es una proyección de nuestro pasado y un espectro del futuro.
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