jueves, 7 de enero de 2010

El Grillo 53

Solo:
Nunca vino a verme, aunque sabe bien donde estoy. Si fue ella misma (o su abogado al defenderla) quien probo mi peligrosidad.Siempre estuve en desacuerdo con el fallo. Debería estar preso y no encerrado aquí. Porque esta claro que loco no estoy (y sin embargo sigo aquí, encerrado). Que no se entienda que pretendo libertad... ya la perdí hace rato y además no la merezco. Cuando la tuve a mano, la patee como una perra enferma que se acerca a lamer mi mano.
Creo que debería estar preso. Lo que hice causo daño. Y si bien no murió nadie, podría haber causado un daño irreparable. Quizá incendiar la casa de ellos no haya sido buena idea, pero no podía soportar la idea de vivir sin una obra que necesitaba y no podía tener. Prefería quemarla antes que compartirla. Recuerdo haberme quedado atónito ante las llamas. Me parecía increíble que algo tan inmaterial como el fuego pudiera destruir tanto. Cuando llegaron los bomberos, a los pocos minutos, yo todavía estaba adentro de la casa. Recuerdo que tuvieron que sacarme entre dos o tres y al salir me sentí por primera vez libre. Pero solo por un rato, hasta que llego la gente de azul y el juez que ya les dije.
Ahora pienso, que sentirá ella al recibir mi paquete con líneas que probablemente no comprenda o no le sean relevantes. Supongo una curiosidad inicial, como la que uno siente con todo paquete que arriba. Pero luego, al abrirlo, al comenzar a leer... que sentirá. Indescifrable. Las sensaciones ajenas poseen este rasgo: nos son inaccesibles.
¿Cómo puede sentirse con el corazón de otro o verse con ojos que no son propios? Ese misterio es insondable, siempre lo ha sido, por eso me pregunto que ha de sentir.

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